Page 38 - Necesidad del tribunal marítimo y fluvial en Colombia - GAC
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de Saba. Decían, y así lo creían, que se encontraban en el Extremo Oriente, siempre tan
                   impreciso como lejano, lo que suponía no decir nada.

                   Igualmente, desde la antigüedad, se venía creyendo que en regiones lejanas del mundo
                   habitado  y  conocido  existía  un  mundo  de  monstruos  y animalesfantásticos,  como  el
                   basilisco, el grifo, el ave fénix, sirenas y dragones. También creían en la existencia de
                   razas  monstruosas,  como  las  guerreras  amazonas, antropófagos,  pigmeos,  hombres
                   cíclopes, descabezados, cinocéfalos[77](con cabeza de perro), hipópodos (con pezuña de
                   caballo), hombres con labios enormes  que les servían  de sombrilla. Con estos  relatos,
                   cualquier  viajero  o  navegante  con  imaginación  trataba  de  relacionar  lo  que  veía  con
                   aquello  que  había  leído  o  le  habían  contado.  Colón,  en  su  famosa  carta  de  1493
                   anunciando  el  descubrimiento,  proclamaba  a  la  cristiandad  que  en  su  viaje  no  había
                   encontrado monstruos y los indios no tenían nada de seres extraños.

                   El navío que surcó el Mediterráneo entre los siglos XIII y XV podía ser clasificado en dos
                   grandes grupos: la galera y el velero. La galera tenía movilidad, rapidez, manejabilidad
                   y  estilización  de  línea,  pero  un  inconveniente  grande:  escasa  capacidad  de  carga.  El
                   velero, por su parte, era poco manejable, lento, grande y amazacotado, pero muy apto
                   para el transporte.

                   Los productos que desde Italia llegaban al norte de Europa utilizaban principalmente la
                   ruta terrestre hasta comienzos del siglo XIV, en que Castilla, tras dominar el estrecho de
                   Gibraltar y eliminar el control musulmán, lo abrió a la navegación y comercio de las flotas
                   mediterráneas.  El  mar  tenía  sobre la  tierra la  gran  ventaja  de  evitar  intermediarios
                   y aduanas que  encarecían  los  productos.  Lentamente,  pero  de  forma  inexorable,  el
                   Mediterráneo  basculaba  hacia  el  Atlántico.  Génova  fue  la  primera,  y  a  remolque  suyo
                   fueron venecianos y catalanoaragoneses. Era la antesala de los grandes descubrimientos
                   oceánicos.

                   Debido al auge de la navegación y del comercio se fue desarrollando la cartografía, de
                   ahí  que  las grandes potencias  comerciales  fueran  a  la  vez  las de  mayor  desarrollo
                   cartográfico.  El  portulano[78]nació  antes  del  año  1300  y  fue  empleado  por  todos  los
                   navegantes  del  Mediterráneo y  más  tarde  del  Atlántico  hasta  el  siglo  XVI.  Su
                   representación cartográfica  no  tenía  en  cuenta  las  graduaciones  de  longitud  y  latitud;
                   tenía dibujada una extensa tela de araña constituida por vientos o rumbos de colores.
                   Solía llevar pintada también la rosa de los vientos, con diecisiete o treinta y dos clases.
                   El norte se marcaba con una flor de lis. Reflejaba con sumo detalle la configuración de
                   las costas y no faltaban adornos, como banderas, reyes o animales.

                   Antes de que el océano Atlántico abriera sus puertas, era cosa sabida, desde el punto de
                   vista  académico,  que  la  tierra  era  esférica.  Tal  creencia  no admitía  discusión  ni  entre
                   expertos,  ni  entre  simples  aficionados  a  la  geografía,  cosmografía  o astronomía.  Sin
                   embargo,  conocer  la  configuración  del  globo  terráqueo,  su distribución de  tierras  y
                   mares,  además  de  las  dimensiones  de  océanos  y continentes,  estaba  precisando  la
                   experiencia de los grandes descubridores españoles y portugueses.

                   La vocación marinera de Portugal nació cuando las rutas comerciales entre el Mediterráneo
                   y  el mar  del  Norte  convirtieron  a  este  reino  en escala de  las  flotas,  y  a Lisboa  en  un
                   punto de encuentro. Cerrado su proceso de reconquista de territorios a los  musulmanes,
                   todos    ansiaban    nuevas    tierras,    principalmente    tropicales,    y nuevos mercados,
                   como  el  ventajoso  del  norte  de  África.  La  nobleza  también  compartía este espíritu de
                   expansión.  Búsqueda  de  esclavos,  oro sudanés  y  trigo del Magreb[79]fueron
                   preocupaciones  comunes  a  reyes,  caballeros  y  burguesía.  También



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