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PUERTO DE BARRANQUILLA
Desde hace años, los contratos de dragado del río entre
Barrancabermeja y Calamar, se ejecutan con dragas de corte y succión
con descargas relativamente pequeñas (menores de 14” de diámetro) y
se autoriza retirar los sedimentos del canal navegable, y en la mayoría
de los casos disponerlos dentro del cauce, a solo 200 metros de
distancia pero con algunas excepciones para disponerlos cerca de las
orillas. Cuando el río sube o cambia de vaguada, esos sedimentos
vuelven a formar parte de la carga sedimentaria total; es una especie de
dragado por remoción de menor densidad. Sin embargo, cuando cada
dos o tres años se decide limpiar la trampa de sedimentos de Calamar
diseñada para disminuir el ingreso de las arenas en el Canal del Dique,
esto se hace dragando y depositando el material unos 400 metros río
abajo para que sea arrastrado por el caudal en dirección a la
desembocadura en Bocas de Ceniza, siendo un dragado de remoción de
alta densidad que afecta la fauna y al régimen sedimentario en el Puerto
Marítimo de Barranquilla.
Mover tamaña cantidad de material sedimentario por métodos de
dragado clásicos y esperando un buen transporte sedimentario de fondo
por causas naturales, obliga a pensar en presupuestos superiores a los
usd 30 millones anuales, cifras completamente por fuera de las
posibilidades de la Nación, pero no imposibles de manejar para una
empresa industrial y comercial del Estado como CORMAGDALENA.
Simplemente obliga a pensar y planificar una gran variedad de
soluciones, que ayuden a minimizar las afectaciones. A nivel ejemplo, y
sin limitarnos a esta única solución, pensemos en la opción de
aprovechar esas arenas en la industria de la construcción donde
Colombia consume alrededor de 1 millón de toneladas de cemento gris
al mes y la cuenca del Magdalena cobija el 78% de la población,
conservadoramente calculamos que unas 250.000 toneladas de cemento
se consumen a distancias económicamente atractivas, y que esa zona
de influencia va a requerir entre 700 y 900.000 tm mensuales de arenas
para las construcciones (o sea, que anualmente serían entre 8,5 y 11
millones de toneladas) y allí hay una solución pero también, un negocio
a explorar que ayuda a aliviar la tercera parte de la problemática.
Adicionalmente el Puerto de Barranquilla podría pensar en exportar
entre 2,5 y 4 millones de toneladas anuales para las islas del Caribe y
Panamá, con lo que se completaría la mitad de las arenas sedimentarias
y las posibilidades de unos ingresos que ni la Junta Directiva ni los
Directores de CORMAGDALENA han soñado, por no entender que deben
producir sus recursos y apartarse del Erario y las regalías.
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