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PUERTO DE BARRANQUILLA
LAS MEDIAS PALABRAS SOBRE LOS SEDIMENTOS
Enrique Lequerica Otero. Oficial de Marina. Junio 2020
“El silencio es como el viento: atiza los grandes malentendidos y no extingue más que los
pequeños” Elsa Triolet (1896-1970) Novelista francesa.
Nadie debe hacer la misma cosa una y otra vez, esperando obtener
resultados diferentes y sí realmente busca lograr cambios en los
resultados, no deberá seguir haciendo lo mismo. El axioma atribuido a
Albert Einstein es de gran aplicación en las frecuentes crisis del río
Magdalena, las cuales comenzamos a explicar en nuestro ensayo
anterior titulado “La Mitad de la Palabra”, del cual nunca hemos podido
conocer la otra mitad de la palabra, que esperábamos debería venir del
Director de CORMAGDALENA o del Presidente de la Junta Directiva de la
Corporación.
Ante el silencio recibido, parece adecuado repasar y destacar los temas
planteados, buscando llegar al nivel de precisiones que permitan
calificar sí las observaciones hechas caen dentro del grupo de los
problemas por resolver o si son simplemente malos entendidos
requiriendo ser desvirtuados.
Anotábamos anteriormente que entre todos, los dos más destacados
factores afectando la navegabilidad del río son:
1) la sedimentación, y
2) la variación de los caudales, ambos temas donde es necesario
trabajar como Estado, talvez pensando en hacer algo diferente. Veamos
inicialmente algunos números sobre los sedimentos transportados
anualmente por el río Magdalena: los especialistas hablan de entre 160
y 200 millones de toneladas anuales de sedimentos arrastrados por el
caudal, con tendencia a incrementarse, debido a los diferentes
fenómenos erosivos (desforestación entre ellos) y los constantes
procesos denudativos (deslizamientos y derrumbes): de estos
sedimentos aproximadamente un 80% es material lavado o micro
partículas en suspensión, un 17% son arenas (finas y gruesas) y solo un
3% se trata de limos y lodos de baja densidad. El obstáculo mayor son
los entre 28 y 32 millones de toneladas de arenas (entre 18 y 22
millones de m3) que deben removerse del cauce para no afectar la
morfología de sus riberas, el taponamiento de sus ciénagas, humedales
y caños ni afectar la estabilidad de los canales de navegación naturales
o apoyados por dragado.
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